Sabía que no podía más con su respiración, que tarde o temprano
aquella precipitada falta de aire terminaría con quitarle por completo
su consciencia, la que muy para su desgracia necesitaba más que nunca.
Inhala. Exhala. Inhala. Exhala.
Necesitaba recordárselo continuamente, antes que la escasa oxigenación que llegaba a su cerebro le impidiera siquiera poder recordar su nombre, su edad o, aunque fuera, la fecha en la cual vivía.
Inhala. Exhala. Inhala. Exhala.
Necesitaba recordárselo continuamente, antes que la escasa oxigenación que llegaba a su cerebro le impidiera siquiera poder recordar su nombre, su edad o, aunque fuera, la fecha en la cual vivía.
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