ıllıllı ω я ι т є ω ι т н м є ıllıllı

ω я ι т є ω ι т н м є
A veces los sueños estan tan alejados de la realidad que,
cuando uno sueña con volar,
segundos despues termina en el suelo
con varias extremidades rotas y un derrame cerebral

(Jazz Noire)

21 ene 2011

Rompe Corazón (1° Versión)


"Rompe Corazón"

“Le fascinaba escuchar la melodía que producían aquellos corazones de los cuales gustaba romper, pero cuando su corazón creó su propio sonido al caer, la melodía que escucho ya no le fue tan placentera”
Adoraba ver como los corazones se hacían trizas al estrellarse en el suelo, rompiéndose en cientos, miles de pedazos y esparciéndose por toda su rosada habitación; mientras, el eco de aquel impacto rebotaba una y otra vez contra las paredes disminuyendo su intensidad gradualmente hasta que terminaba por desaparecer en el espesor del aire.

Eso era música para sus oídos y no había mejor deleite para ella que romper corazones cruelmente y sin piedad, dejándolos tan hechos añicos, que fuera casi imposible volver a juntar todas las piezas.

Cualquier corazón que pasaba por sus manos terminaba, inevitablemente, en el suelo incompleto, destrozado e incurable.

Para ella, para esa bella y joven princesa, los corazones de esos pobres ingratos que se dedicaban a entregarle a los pies de su trono, estúpidamente enamorados de ese amor imposible, eran iguales, todos iguales, tallados en el mismo burdo y corriente cristal que podía ser destrozado con facilidad.

Y así la princesa vivía su vida, dedicada a matar jóvenes e incautos corazones mientras se deleitaba con la bella música que estos creaban al caer.

Pero no siempre fue así. Un día esa bella princesa vio a lo lejos un corazón diferente a los demás, un corazón que suspiraba al horizonte y miraba atento a través de una ventana… Idiotizado, como todo los demás plebeyos que se acercaban a ella entregándole sus corazones en un vano intento de ganarse su amor.

Pero no, el era diferente a todos los demás y desde ese momento la princesa se dedico día y noche a apreciar el corazón que más estuvo fuera de su alcance, más de lo que ella pudo haberse imaginado.

Quería tocarlo, tomarlo entre sus propias manos y descubrir si realmente ese cristal fino era tan suave como lo parecía. Nunca lo iba a romper, porque no podría… ¿Por qué romper un corazón tan perfecto como ese? Perfecto, ese corazón era perfecto para ella…

Y se acerco a él, esperando que cayera rendido ante su belleza como los demás, pero él no lo hizo, no cayo babeante dispuesto a entregar su corazón. No, lo mantuvo guardado y a salvo de cualquiera que estuviera dispuesto a destruirlo, de cualquiera que, según él, creyera indigno de poseerlo.

Pero lo que él no sabía, es que la princesa no lo iba a romper ni a hacer pedazos, solo lo iba a amar por el resto de su vida y a protegerlo más celosamente de lo que él lo protegía.

Y los días pasaron, la princesa esperando a que él la amara y le entregara su amor cristalizado, y el solo sonriendo al horizonte por el cual también suspiraba.

Mientras que a todos los demás pobres ingenuos que osaban entregar su corazón a esa princesa, les parecía que dichas muestras de su amor ella los rompía de forma más cruel y sanguinaria. Por lo menos antes tenían el consuelo de que ella los veía estrellarse en el suelo y deleitarse por ello. Pero ahora, ni siquiera se dignaba a mirarlos cuando los dejaba caer.

No, porque su vista se encontraba en esos momentos muy ocupada observándolo a él, que ahora podía asegurar y aceptar, amaba con toda su alma. Y esa fue la misma razón por la cual decidió hacer algo que juro nunca haría: Entregar su corazón.

La princesa había llegado al límite de su paciencia, y realmente temía que alguien más pudiese llegar a robar esa perfección cristalizada que tenía que ser suya.

Y así fue, como un día armada de valor y grandes expectativas, poso ante él su corazón, con todo el amor y la ternura que conocía: ninguna.

Y él le sonrió, tal como ella lo había imaginado.

Y él tomo con delicadez el corazón entre sus manos, tal como ella lo había esperado.

Y él lo dejo caer dejando que se hiciera añicos, tal como ella nunca lo hubiera deseado.

Aun lo recuerda como si hubiera sido ayer. A su corazón cayendo a tierra, como había visto a miles más caer; estrellándose en el frio suelo mientras este producía una agria y dolorosa melodía, como nunca antes la había escuchado.

Y a él alejándose hacia otro lugar, hacia el horizonte al que siempre le había sonreído y suspirado, sin saber que ese corazón que la princesa tanto había deseado prontamente conocería el mismo ingrato destino que muchos otros jóvenes que hacían fila a los pies de un trono de una princesa sanguinaria de otro país lejano.

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